jueves, 15 de diciembre de 2011

Queremos turrón, turrón, turrón...

Por aquí ya huele a Navidad: listas de regalos, quejas por los precios, agobios porque no se nos ocurre nada para regalar, búsqueda del regalo perfecto ¿para la suegra? (no hay perfección en algo así). No hay nada como la Navidad vista con los ojos de un niño que aún cree en los Reyes Magos y para quien todo es fácil: si me porto bien me traen lo que pido y si no, no. Lo de Papa Noel ya es más difícil de tragar. No tenemos la tradición y se nos desmonta la base. Pero como es el primero en llegar nos es cómodo, así los niños tienen todas las vacaciones para jugar con los juguetes. De paso nos cura la impaciencia, y no como los Reyes, que se hacen esperar.
En definitiva, que es una engañifa. Que lo único que se espera de nosotros es que nos gastemos un dineral (que a menudo no tenemos) en objetos que no son ni siquiera para nosotros mismos y que comamos hasta reventar para que luego nos sintamos culpables por haber engordado tres o cuatro kilos que no nos convenían nada. Todo lo demás, lo del espíritu y esas cosas, se hacen menos evidentes.
Después de todo este rollo, voy al grano, que es, al fin y al cabo, mostrar lo que voy haciendo y me van encargando.
Unos bonitos adornos para el árbol:


Unos regalitos para cumples:

Unas gemelitas recién nacidas:
Un camafeo para un cumple: